Cadena de suministros y competitividad

Antes de comenzar a desarrollar algunas ideas sobre la administración de la cadena de suministros, es importante destacar que la competitividad de cualquier empresa pasa por mejorar la eficiencia de sus procesos y la calidad de las relaciones con el resto de agentes económicos que conforman la cadena básica del negocio, incluyendo como parte de éstos, a los proveedores de insumos y materiales –in put- a ser transformados en bienes o servicios, así como a los clientes inmediatos de la organización.

 
Por: Francisco Sorto Rivas
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Docente Investigador de ISEADE-FEPADE 
 
 
 
En función de la calidad y confiabilidad de este tipo de relaciones, las corporaciones pueden construir fácilmente sistemas duraderos para el aseguramiento de la calidad de sus productos –out put-, pensando siempre en la fidelización de sus clientes, beneficiarios o usuarios, de cada una de las operaciones de producción, distribución e intercambio efectuadas como parte de la cadena de valor de los productos en su conjunto.

Ante las actuales condiciones de competencia que deben enfrentar las empresas, es necesario trabajar tanto en lo estratégico como en lo operativo, encontrándose dentro de esta primera esfera de acciones, todo lo relacionado con la innovación y las decisiones que incidirán, a mediano plazo sobre el giro del negocio de las empresas; mientras que en el segundo grupo de actividades nos encontramos con actividades que corresponden a la administración de operaciones y a la logística; esta última como un área especializada de la cadena de suministros.

De la intersección de estos dos conjuntos de responsabilidades administrativas se deriva, grosso modo, la administración de la cadena de suministros, que comprende el conjunto de relaciones construidas a lo largo de la cadena básica de cualquier línea de negocio o grupo estratégico de éstos.

Al habla de relaciones nos referimos al intercambio originado entre proveedores y clientes en distintos momentos y ubicaciones a lo largo del ciclo de transformación de factores productivos, en bienes y servicios para satisfacer necesidades prioritarias de la sociedad, es decir, relaciones de producción, distribución, intercambio o consumo.

Hay mucha literatura que habla de la necesidad de fortalecer la cadena proveedor-cliente, pero por lo general, el énfasis del análisis se pone en proveedores y clientes externos, descuidando ligeramente la integración y sincronización necesaria al interior de la organización, a fin de volver más eficiente su gestión, así como la tarea de divulgación de los objetivos y visión empresarial que le dé un solo rumbo a los esfuerzos de la firma.

Esto justifica escribir este artículo, el cual pretende servir como un simple marco introductorio sobre la gestión de la cadena de suministros, la cual combina herramientas conceptuales de logística, administración de operaciones y calidad total.

Para darle perspectiva al tema, este artículo se desarrollará en función de las opciones de crecimiento sectorial disponibles en estos momentos en El Salvador, a fin de fijar algunos conceptos e ideas sobre el tema.

En ese sentido, al analizar las oportunidades disponibles para el país de insertarse mejor en los flujos de comercio e inversión globales, se puede concluir rápidamente que la industria logística representa una alternativa interesante para el desarrollo de El Salvador, dadas las restricciones tecnológicas, de capital humano y recursos naturales que enfrentamos.

Así ha sido señalado en varios estudios por organismos internacionales como CEPAL y el PNUD -sólo para citar dos ejemplos-, destacándose en ellos, la posición geográfica privilegiada que tiene la región centroamericana, particularmente nuestro país, donde se ha trabajado consistentemente en el fortalecimiento de la infraestructura destinada al comercio internacional, como es: la red vial, las instalaciones aeroportuarias y el proyecto para el manejo de carga marítima del Golfo de Fonseca.

No está de más recordar que dichas inversiones se verán complementadas con la habilitación de la longitudinal del norte, el desarrollo previsible del corredor terrestre sobre el litoral de nuestras costas, gracias a la implementación del segundo compacto del “Fomilenio”, así como la integración de una ruta terrestre entre el puerto de Cutuco y puerto Cortéz -canal seco-, para competir contra las facilidades logísticas ofrecidas por el canal de Panamá y, eventualmente, por Nicaragua.

Claro está que para explotar estas oportunidades se necesitará del concurso de Honduras; considerando los beneficios mutuos que se pueden obtener de la iniciativa, parecería razonable esperar que compartieran tales el esfuerzo, ya que así incrementarían el tráfico de carga de su puerto y potenciarían su propia industria logística.

Con los fondos del milenio se dispondrá de una ruta rápida entre Guatemala y Honduras -a través de El Salvador-, que facilitaría el tráfico terrestre de carga e inclusive, de pasajeros, además, dichas facilidades deberían abaratar el flete terrestre en la región.

Sin embargo, para aprovechar eficientemente las oportunidades, se deberán promover acciones de política para capacitar mejor el recurso humano ocupado en logística en el país, preparando profesionales y técnicos para ser absorbidos oportunamente por dicha industria, la cual esperamos vaya creciendo con el tiempo, particularmente porque una parte significativa de los factores competitivos provendrán del manejo eficiente de carga multimodal, ya que para conectar ambos puertos tendrán que descargarse y cargarse, posteriormente, los buques fondeados en ellos.

Dicho manejo requiere conocimientos, tecnología y procesos racionales, así como una buena coordinación entre los agentes involucrados en estas tareas, incluyendo a las entidades aduanales, tributarias y policiales.

Es por ello que resultarán críticos los conocimientos sobre el manejo de la cadena de suministros, ya que las actividades logísticas están inmersas en ésta, resultando insuficiente la construcción de relaciones confiables entre proveedores, productores y clientes, cuando las relaciones comprendidas en la cadena de valor corporativa están desalineadas entre sí y dentro de las empresas se registran, regularmente, cuellos de botella entre las distintas unidades funcionales.

Como ya se dijo antes, la cadena de suministros abarca a todos los agentes que intervienen en la producción y el consumo de un bien o servicio, desde los proveedores de los proveedores, hasta los consumidores finales.

En ese orden de ideas, para aprovechar mejor las oportunidades logísticas se tendrán que fortalecer las capacidades internas para el manejo de la cadena de suministros, no sólo las habilidades de aprovisionamiento y distribución, sino que además, las correspondientes al ámbito de operaciones internas.

De hecho, una de las causas principales de fracaso empresarial, radica en la falta de sincronización entre las operaciones de sus unidades funcionales, ya que los flujos de información, materiales y decisiones administrados entre ellas, no se mueven a la misma velocidad en cada una de las unidades; esto eleva los costos operativos e incrementa el tiempo de respuesta frente a las exigencias del mercado.p

Si se descuidan estos flujos de intercambio entre unidades funcionales, con toda seguridad se observará un desalineamiento de esfuerzos, una deficiente integración de procesos y una pobre sincronización de velocidades interfuncionales.

Por todo lo anterior, resulta necesario revisar los puntos de contacto entre las unidades internas para mejorar el flujo de información, recursos y decisiones intercambiados entre sí, a fin de optimizar las oportunidades logísticas disponibles en Centroamérica, particularmente, en lo que se refiere a las intersecciones entre organizaciones públicas y privadas, las cuales registran velocidades operativas disímiles entre sí y por ende, constituyen una fuente de ineficiencias para la economía en su conjunto.

No está de más señalar aquí que, tradicionalmente cuando se habla de sistemas de administración de la cadena de suministros, la gente tiende a pensar automáticamente en procesos manufactureros que abarcan la provisión de insumos y su transformación en bienes, hasta ponerlos a disposición de los consumidores, a través de los canales de distribución más convenientes, al menor costo posible, por supuesto.

Sin embargo, este tipo de administración es perfectamente compatible con la provisión de servicios, donde el consumidor interactúa en la definición instantánea de las características de calidad percibidas a lo largo de los distintos puntos de contacto con la organización.

Adicionalmente, cabe destacar que la SCM (Siglas de Supply Chain Management - administración de la cadena de suministros en inglés) suele confundirse con el marco conceptual de logística, aunque ésta forma parte esencial del referido sistema, donde lo fundamental consiste en la integración razonable de las distintas relaciones construidas deliberadamente entre clientes y proveedores sobre la cadena de valor de una actividad productiva; esta sincronía no abarca únicamente a clientes externos a la organización, sino que además, aquellos de carácter interno. 

  
 
 
 
Esto revela que la satisfacción de las necesidades sociales depende de la interacción fluida entre agentes económicos públicos y privados que se coordinan, de alguna manera, para convertir insumos básicos en bienes y servicios apreciados por el mercado.

La SCM representa entonces una red de relaciones entre proveedores y clientes, identificándose así diversos puntos de contacto entre actores, independientes entre sí, que participan en un complejo sistema de producción de bienes y servicios.

En todo caso, el grado de integración y sincronización de actividades inter e intracorporaciones explica la efectividad de la cadena y el valor creado para los clientes; pudiéndose comprobar siempre que los procesos son susceptibles de mejora y por ende, resulta viable incrementar la sincronización operativa entre los agentes que participan en la producción, volviéndolos menos costosos, dándole mayor agilidad a la respuesta de las firmas ante cambios en la demanda del mercado y dotando a sus productos de una mejor calidad percibida, inclusive.

Con base en lo anterior, se puede afirmar que para elevar la competitividad, es imprescindible revisar las cadenas de suministros en que descansan los sistemas productivos, a efecto de potenciar los flujos de información, materiales, dinero y toma de decisiones registrados entre todas las instituciones interesadas en una coordinación eficiente de las relaciones de producción.

Por otro lado, aplicando estos conceptos a cualquier servicio regulado por el Estado, se pueden identificar múltiples áreas de mejora en la coordinación interinstitucional para brindarlos eficientemente; esto es particularmente válido cuando la provisión de éstos corre a cargo de varios actores, correspondiéndole a cada uno de ellos un eslabón distinto de la cadena básica de la industria.

Normalmente, pueden identificarse puntos de contacto sobre la línea de flotación de los servicios públicos o “momentos de la verdad”, donde los clientes pueden observar ineficiencias en el intercambio de información, materiales y decisiones.

De hecho, las ineficiencias las terminan absorbiendo los usuarios del sistema, quienes acaban realizando tareas improvisadas para compensar, por su propia cuenta, las fallas de sincronización reportadas por la SCM vigente.

Finalmente, la teoría sugiere que para volver más eficiente un sistema de SCM, se deben coordinar primero los ejercicios de planificación de cada agente involucrado en su gestión conjunta, para alinear oportunamente sus capacidades operativas y satisfacer mejor las necesidades del cliente; luego se debe sincronizar y optimizar sus capacidades internas para eficientizar el servicio, imprimiéndole velocidad a este sistema complejo integrado por distintos agentes que interactúan voluntariamente entre sí.

Podemos concluir diciendo que estos actores participan, colaborativamente, con el resto de participantes de la cadena de suministros porque les conviene en lo personal, de tal suerte que la administración de la cadena debe redituar beneficios a todos ellos, a fin de darle permanencia en el tiempo y asegure rendimientos predecibles y controlables; de ahí que esta labor de construcción y consolidación de relaciones de confianza corporativa debe verse como una tarea permanente e interempresas.