Innovación y valor de mercado de las empresas

El valor de mercado de las empresas, así como el valor de cualquiera de sus activos productivos, se determina en función de su capacidad de generar ingresos en el futuro, los cuales se descuentan a una tasa de rendimiento que refleje el costo alternativo de los recursos invertidos en actividades con riesgos de mercado equivalentes; todo ello para expresar dichas estimaciones en términos de valor presente.

Por: Francisco Sorto Rivas 
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Catedrático ISEADE 

 

 

El valor de mercado de las empresas, así como el valor de cualquiera de sus activos productivos, se determina en función de su capacidad de generar ingresos en el futuro, los cuales se descuentan a una tasa de rendimiento que refleje el costo alternativo de los recursos invertidos en actividades con riesgos de mercado equivalentes; todo ello para expresar dichas estimaciones en términos de valor presente.

La suma de dichos flujos de ingresos futuros descontados representa entonces el valor de mercado de las empresas. Esto significa que las empresas se valoran tomando en cuenta los resultados financieros esperados de la gestión de éstas y no tanto a partir de los resultados registrados en el pasado. De ahí que el valor de las acciones se determina en función de las expectativas de crecimiento que se tengan sobre los dividendos reportables por las firmas, como lo señalaron Gordon y Shapiro en 1956.

P=D01+gke-g

Donde P sería el precio justo de una acción, D0 los dividendos reconocidos sobre ella durante el período inmediato anterior, g constituiría la tasa de crecimiento esperada sobre las utilidades de la empresa, a futuro; por ende -de mantenerse inalterada la política de distribución de dividendos- sería también la tasa de crecimiento esperada de los dividendos, y ke correspondería al rendimiento mínimo exigido por los inversionistas para actividades productivas con riesgo de mercado equivalente.

Ahora bien, cuando hablamos de precio justo nos estamos refiriendo al pago que debería hacerse al comprar los flujos de caja esperados, a perpetuidad, considerando sus perspectivas de crecimiento y el rendimiento deseado por los accionistas al invertir.

Claro está que el crecimiento esperado provendría de su capacidad de preservar las ventajas competitivas mostradas en el pasado y que trascenderían el valor contable de los activos. No se compran los activos productivos en sí, sino que la calidad de la gestión que se espera hacer de ellos, la cartera de clientes, las relaciones con los proveedores, las alianzas estratégicas existentes, los sistemas de aseguramiento de la calidad, la inversión en capital humano, etc.

Se adquiere así un capital intangible que tradicionalmente conocemos como goodwill; ese valor excedentario entre el capital contable y el valor de mercado de las acciones responde a las expectativas de crecimiento de los resultados de la firma, y cuando hablamos de expectativas nos estamos refiriendo a la esperanza objetiva que se tiene sobre la ocurrencia de ciertos eventos.

Las expectativas no son simple corazonadas, sino que el fruto de la construcción de escenarios de eventos probables basados en hechos y supuestos.

De ahí que las proyecciones de crecimiento se fundamentan en las políticas de reinversión de las utilidades de las firmas y la calidad de los proyectos ejecutados con dichos recursos, es decir, por la capacidad demostrada en identificar oportunidades de inversión que mejoren la posición competitiva de la corporación.

En ese sentido, para valorar las acciones se puede recurrir también al método alternativo VANOC, que se refiere al Valor Presente de Nuevas Oportunidades de Crecimiento para la empresa; este método tiene la virtud de separar en dos componentes el valor fundamental de una empresa.

P=UPAke+VANOC

Donde la utilidad por acción UPA correspondería al precio de mercado de una empresa con resultados estacionarios que distribuye todas las utilidades en concepto de dividendos; mientras que el otro componente está asociado a la calidad de los proyectos ejecutados gracias a la reinversión de tales utilidades. Podemos decir entonces que la tasa esperada de crecimiento de los dividendos proviene de la reinversión de utilidades y del rendimiento generado por los activos productivos adquiridos en el proceso.

g=ROE 1-d

Donde el ROE representa el rendimiento sobre el patrimonio de la firma y del porcentaje destinado al pago de dividendos (política de dividendos); el cual a su vez se deriva del rendimiento operativo.

ROE=ROA+ROA-kdDE

Aquí podemos observar claramente que la fuente de valor de la empresa proviene de la gestión de los activos productivos ROA, el costo de los recursos ajenos utilizados para el apalancamiento financiero del negocio kd –costo de la deuda- y la relación de deuda a patrimonio DE –estructura de capital-.

Se puede deducir entonces que la única forma de crecer permanentemente consiste en reinvertir parte de las utilidades de la empresa en proyectos que rindan más que el costo de los recursos utilizados en el proceso. En otras palabras, que se cree valor de manera sostenida, entendido éste como el valor agregado mediante la ejecución de proyectos, después de retribuirle a todas las fuentes de financiamiento el rendimiento deseado por cada una de ellas. Este es precisamente el concepto que manejamos de EVA (Valor Económico Agregado).

EVA=UNODI-WACC*AOperativos

UNODI son las utilidades operativas, el WACC sería el costo promedio ponderado del capital y AOperativos  correspondería a los activos operativos usados para generar utilidades de operación. Debemos destacar ahora, que estas oportunidades de crecimiento dependen de las ventajas competitivas alcanzadas por la empresa; la innovación planificada es por lo tanto la base del crecimiento sostenible de sus resultados financieros.

Si las empresas no innovan difícilmente mantendrán las ventajas competitivas que disfrutan y que constituyen la base de su valor de mercado, ya que si éstas no ofrecen perspectivas de crecimiento no existiría ninguna razón para pagar sobreprecios por sus acciones.

Debemos tener claro que sólo se pueden obtener ventajas sobre la competencia haciendo cosas distintas que el resto de participantes en la industria y que además, tales acciones distintivas resulten apreciadas por sus clientes actuales y potenciales. Es por esta razón que las empresas que destinan importantes sumas de dinero a I+D reportan precios de mercado relativamente superiores a los registrados por sus competidores.

No se pueden preservar las ventajas competitivas, en ninguna industria, si una firma deja de invertir en innovaciones que le permitan apropiarse de utilidades crecientes en el tiempo. Si las empresas innovan valen más que el resto que sólo se ajusta al estándar vigente o que, en el peor de los casos, pretende continuar creciendo mediante simples recortes de costos.

En un entorno empresarial cambiante la única manera de acrecentar el valor de las firmas de forma sostenida es mediante la innovación, base de la creación del referido valor.